Perro de agua irlandés

Se cree que los perros de agua llegaron a Irlanda con los pescadores procedentes de Francia, España, Portugal e Italia. Se desconocen sus antepasados, pero podrían incluir al caniche, al perro de agua portugués y al barbet. En un principio se empleaba para cazar, hacer salir y cobrar aves acuáticas de pantanos y ríos (de ahí su apodo en inglés, bogdog, que significa «perro del pantano»). El primer perro de agua irlandés del que se tienen registros se llamaba Boatswain, nacido en 1834 y propiedad de un dublinés llamado Justin McCarthy. Todos los perros de agua irlandeses modernos descienden de este perro.

Al igual que muchas otras razas, el perro de agua irlandés puede sufrir problemas oculares hereditarios y displasia de cadera (una enfermedad que puede provocar problemas de movilidad). Por tanto, es importante un examen de la cadera y de los ojos antes de dedicar al perro a la crianza.

El perro de agua irlandés es enérgico y necesita un par de horas o más de ejercicio al día. Le encanta retozar por el campo y, por supuesto, se comporta como un cachorrillo en el agua: saltará en cualquier charco o estanque que encuentre en su camino.

La dieta de tu perro debe contener la proporción adecuada de todos los principales grupos de nutrientes. Además, deberá tener siempre agua fresca a su disposición. Es importante realizar comprobaciones regulares para mantener al perro en perfecta forma y recuerda darle de comer dos veces al día siguiendo las pautas de alimentación de su alimento específico.

El pelaje, cubierto de rizos apretados, es de tipo graso, lo que le protege al nadar en agua fría. Para peinarlo una o dos veces a la semana debe usarse un peine de púas separadas. Cada dos meses se aconseja bañarlo y cortarle el pelo. Después de peinarlo, usa un spray para humedecerle el pelaje y ayudar a que los rizos recuperen su forma.

Aunque tradicionalmente se cree que muchos perros son buenos con los niños, todos los perros y niños necesitan que se les enseñe a llevarse bien y a respetarse mutuamente para estar seguros. Aun así, los perros y los niños pequeños nunca deben quedarse solos y los adultos deben supervisar todas las interacciones entre ellos.