El Samoyedo es una raza tipo Spitz de tamaño mediano/grande, con unas orejas erguidas muy características y una cola que se curva hacia el lomo. Presenta un pelaje espeso y resistente a las inclemencias del tiempo. Tiene los pies planos y con mucho pelo, lo que los convierte en una especie de raquetas de nieve y evita que se le formen «bolitas» entre los dedos. El Samoyedo puede ser completamente blanco, blanco y beis o de color crema. Los machos adultos miden entre 51 y 56 cm y las hembras adultas, entre 46 y 51 cm. El peso puede estar entre 23 y 30 kg.
El samoyedo puede sufrir:
Programas de salud y análisis prioritarios según el club de criadores del Reino Unido:
¹ B. Catchpol et al., 'Canine diabetes mellitus: from phenotype to genotype', 2008, Journal of Small Animal Practice
² C. Bussadori, 'Balloon Valvuloplasty in 30 Dogs with Pulmonic Stenosis: Effect of Valve Morphology and Annular Size on Initial and 1-Year Outcome', 2001, Journal of Internal Veterinary Medicine"
El samoyedo suele ser un perro sociable, extrovertido y fiel. Se muestra muy protector de su hogar: no se acercará ningún intruso sin que antes lo avise bien alto y claro. Le encanta que se lo incluya en todas las actividades familiares y puede resultar destructivo o ruidoso si se le deja solo mucho rato o si se aburre. Le encanta cavar y es un gran escapista, por lo que es fundamental reforzar la seguridad del jardín. Este perro tiene que sociabilizar desde una edad muy temprana, sobre todo en el caso de los gatos y de otros animales domésticos. Pueden ser bastante ladradores.
El samoyedo o «sami» es un perro pastor del norte de Rusia que adoptó su nombre de la tribu nómada para la que trabajaba. Se empleaba también para proteger a los renos a los que pastoreaba. El samoyedo trabajaba estrechamente con la tribu y llegaba incluso a compartir sus tiendas, por lo que le encanta la vida familiar. De vez en cuando, se les utilizaba también para tirar de trineos o barcas. Muchos exploradores usaban estos perros a comienzos del siglo XX cuando creció el interés por explorar los polos. Tras las expediciones, muchos de los exploradores se los llevaron consigo a casa. Se volvieron muy populares rápidamente y siguen siéndolo en la actualidad.
