Criado para arrear y cuidar los rebaños de ovejas en Cataluña, al noroeste de España, es probable que el perro pastor catalán tenga las mismas raíces que el pastor de Brie, el pastor de Picardía, el pastor de los Pirineos y el beauceron.
Cuenta la leyenda que Carlomagno, el rey de los francos (771-814 d.C.) iba a todos lados junto a dos grandes perros negros de largo pelaje que se parecían mucho al actual pastor de Brie. Algunos tapices de los siglos VIII y XII lo muestran acompañado de estos perros, y la leyenda continúa diciendo que, a medida que Carlomagno se desplazaba hacia el sur, sus perros iban con él. A lo largo de sus trayectos, estos perros se habrían cruzado con perras locales, que podrían haber sido útiles perras de trabajo, y de ahí, según se dice, surgió el gos d'atura català o pastor catalán. Sea o no verdad, los únicos que lo saben son los perros.
Durante siglos, el perro pastor catalán ha sido un perro de trabajo versátil, pastor de ganado, guardián de granjas y hogares, incluso mensajero y centinela durante la Guerra Civil Española. Al igual que sucede con muchas razas, las dos guerras mundiales provocaron una reducción del número de ejemplares, ya que, o bien los perros se contaban entre las víctimas, o bien simplemente no se reproducían.
Además, la raza pastor catalán también lo pasó mal tras la II Guerra Mundial, ya que muchas granjas cerraron. En los años 50 y 60 del siglo pasado, muchos granjeros abandonaron la vida rural y se mudaron para buscar un trabajo más fiable, fácil y mejor pagado en las ciudades.
Por suerte, esta raza canina tiene sus seguidores y, gracias a su esfuerzo en los años 70 del s. XX, en la actualidad está reconocida por la FCI y el Kennel Club de Reino Unido, aunque sigue siendo bastante excepcional en este país.