Al igual que muchas otras razas, el setter inglés puede sufrir problemas oculares hereditarios y displasia de cadera (una enfermedad que puede provocar problemas de movilidad). Por tanto, es importante un examen de la cadera y de los ojos antes de dedicar al perro a la crianza. También puede padecer un tipo hereditario de sordera, de modo que se aconseja hacer pruebas para detectarla desde una edad temprana.
- Perro apto para dueños sin experiencia
- Se requiere algo de adiestramiento
- Le gustan los paseos enérgicos
- Le gusta pasear más de dos horas al día
- Perro grande
- Babeo mínimo
- Requiere aseo cada dos días
- Raza no hipoalergénica
- Perro tranquilo
- No es un perro guardián
- Convive bien con otras mascotas
- Perro familiar
Personalidad
Los setters ingleses son perros de carácter amable y amistoso que establecen una buena relación con sus familias. Son perros sociables y vivarachos que anunciarán la llegada de las visitas y las tratarán como si las conocieran de toda la vida. Se llevan bien con los niños y tienen un buen nivel de tolerancia, aunque es recomendable no aprovecharse. Se sienten felices con otros perros y animales domésticos.
Origen
Los orígenes de la raza se remontan al siglo XVI en que ya se conocía como buen perro de caza. Hay varias versiones sobre la historia exacta de la raza. Algunos sugieren que la raza desciende de varios spaniels de tierra españoles. Otra teoría defiende que la raza se creó mediante cruces del antiguo spaniel de agua, el antiguo perdiguero español y los primeros tipos de springer. El primer texto conocido que habla de las razas setter es una traducción del latín (Of Englishe Dogges, del Dr. Johannes Caius) realizada en 1576, pero no está del todo claro si hace referencia a los antepasados del setter actual. La primera exposición de razas que incluyó al setter inglés tuvo lugar en 1859 en Newcastle-upon-Tyne, al noreste de Inglaterra.