Al igual que muchas otras razas, el setter escocés puede sufrir trastornos oculares hereditarios y displasia de cadera (una enfermedad que puede provocar problemas de movilidad). Por tanto, es importante un examen de la cadera y de los ojos antes de dedicar al perro a la crianza.
- Perro apto para dueños sin experiencia
- Se requiere algo de adiestramiento
- Le gustan los paseos enérgicos
- Le gusta pasear una o dos horas al día
- Perro grande
- Babeo mínimo
- Requiere aseo cada dos días
- Raza no hipoalergénica
- Perro tranquilo
- No es un perro guardián
- Puede necesitar entrenamiento para vivir con otras mascotas
- Perro familiar
Personalidad
Es un perro amable y sensible que constituye un excelente compañero si hace suficiente ejercicio; de lo contrario, puede desarrollar hiperactividad. Es sociable, amistoso y muy entregado a su dueño, pero puede tardar un rato en aceptar a los desconocidos. Hay que tener en cuenta que el setter escocés tiene un carácter más fuerte que otros perros de caza y necesitará un adiestramiento coherente.
Origen
Los orígenes del setter escocés se remontan al 1620, en que ya se conocía un «perro de muestra negro y leonado». Debe sus orígenes al perdiguero de Burgos y a varias razas antiguas de spaniel. La raza debe su nombre en inglés, gordon setter, al cuarto duque de Gordon, que decidió establecer la raza oficialmente en su castillo de Banffshire (Escocia) en 1827. El setter escocés es el único perro de caza nativo de Escocia y se desarrolló específicamente para la caza de aves, sobre todo urogallos. Con más aguante que otras razas de caza, el setter escocés caza bien en los páramos y tiene fama de traer más aves que los demás perros de caza, aunque puede pasar más tiempo en el campo.